Manejas tu Vida o la Vida te Maneja a ti?
¿Manejas tu vida o la vida te maneja a ti?
Se cuenta que en la antigua China, un estudiante le preguntó a su abuelo cómo manejar mejor su vida. El anciano le contestó “manejas tu vida o la vida de maneja a ti?”.
El estudiante, perplejo, quedó pensativo un rato y luego preguntó: “¿cómo puedo manejar mi vida en medio de una crisis compleja?”
El viejo sabio le contestó:
Toda crisis compleja nace de un desequilibrio inicial, que no fuimos capaces de percibir tempranamente, con síntomas sutiles y fáciles de armonizar. Cuando estamos conectados internamente y sabemos escuchar estas primeras señales, podemos diseñar buenas soluciones, que permiten que el sistema recupere su equilibrio en forma dinámica y armoniosa.
Por el contrario, cuando no sabemos sentir y escuchar, mantenemos forzosamente las estructuras, se acumulan grandes presiones internamente, que al no tener contención y canalización temprana, terminan explotando en complejas crisis, difíciles de sanar y de incierto pronóstico. El bosque sabe donde comienza el fuego, pero no donde termina.
Cuando el caos se ha desatado, se manifiestan las dos caras que posee una crisis: una de oscuridad (peligro) y una de luz (oportunidad). Oportunidad o peligro, dependen de con qué actitud enfrentamos estas crisis. Si nos conectamos con nuestras raíces (quienes realmente somos), mantenemos nuestro centro interno, si retomamos la capacidad de escucharnos, si flexibilizamos nuestras posturas para ver opciones nuevas, y ponemos toda nuestra atención en las soluciones que nos unen, en vez de enfrascarnos en los conflictos que nos dividen, generaremos un mar de oportunidades para evolucionar a un nuevo equilibrio. Si en cambio, optamos por la recriminación, el enjuiciamiento, la desconfianza, el pesimismo y la negatividad, el peligro es inminente.
Por esto, el poeta decía:
Hay quienes buscan jugar a la suerte su destino,
que sus sueños queden en las manos del azar.
Como una hoja al viento,
que sabes de que rama se desprende,
pero nadie sabe dónde aterrizará.
Cada ola que revienta en la costa,
anuncia la nueva que vendrá.
Si sabes escuchar sus tiempos,
sabrás cuando abordarlas.
Los que viven a la deriva de la vida,
naufragan sin propósito.
Aquellos que pierden su raíz,
fácilmente abandonan sus principios.
La forma puede mutar infinitamente,
pero sin firmeza interna, se acaba sin frutos, sin cosecha.
El que se adapta siguiendo la ley de la vida,
es firme por dentro y suave por fuera.
Mente calma y profunda,
acción poderosa y certera.
Enraizado en sus ancestros, se abre a conocer el mundo,
aprende de todos, pero nunca olvida su origen.
Tormentas podrán azotar su vida,
pero su bote no naufraga.
En las crisis, lo rígido termina por quebrarse.
La esencia rigurosa en cambio,
mantiene firme sus fundamentos,
pero con flexibilidad se adapta a las circunstancias.
Como un buen “surfista”,
escucha atento la marea,
sin resistir, se equilibra, cuida su centro,
dirige su vida con un fuerte propósito,
y fluye libremente por las nuevas opciones que se crean.